El medio ambiente en el que vivimos y el trabajo influencian nuestro humor, nuestro sentido de bienestar y nuestro desempeño. Es la necesidad humana básica de formar nuestro entorno. Desde tiempos muy remotos, la madera ha tenido variadas y diversas funciones; una de ellas es la que guarda relación con el mundo de la decoración y el interiorismo.
Como buen material noble, sirve de base y da soporte a cualquier proceso constructivo, especialmente en lo que a arquitectura se refiere, pero además las posibilidades decorativas que ofrece son ilimitadas.
Una de las cualidades primordiales de la madera, independientemente de su solidez, es la enorme capacidad que tiene de conservar el calor y por supuesto, de transmitirlo, no sólo en sentido físico, sino desde una concepción visual, más emocional e introspectiva. Así, utilizar la madera como elemento decorativo es garantizar en nuestro hogar, la existencia de un ambiente lleno de sensaciones, capaz de nutrir nuestro hábitat de una atmósfera especial, distinguida y diferente. Por todo ello, la madera escapa hoy, de ese concepto tradicional que la ocultaba, contribuyendo a desmitificar esa concepción que relacionaba únicamente a la madera con lo rústico o lo antiguo.
La ductilidad y versatilidad que proporciona la madera demuestra una total adaptabilidad al medio y, además, una perfecta interacción con todo tipo de ambientes, sobrios, atrevidos, relajantes, de corte oriental, modernos. Es, precisamente, esa ductilidad y facilidad de transformación lo que posibilita la creación de multitud de ambientes.
Además, la versatilidad que caracteriza a la madera hace que nazcan excelentes maridajes con otros materiales, añadiendo valor al conjunto decorativo, al igual que un buen vino ensalza la mejor comida.